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EXPEDICON ARGENTINA EVEREST 1971 |
A partir del 1 de abril se inició una nueva temporada de primavera en Nepal con la novedad que ahora es obligatorio contratar un guía para practicar trekking en ese ríspido país, obviamente según el ministerio de turismo, la medida se toma "en beneficio de la seguridad de los turistas", hubo algunos reclamos y oposiciones dentro de Nepal pero fueron por cuestiones recaudatorias no porque a alguien se la haya ocurrido que existe una libertad natural del homo sapiens de caminar por la naturaleza por más que signifique algún riesgo, porque si de riesgos se trata, el gobierno de Nepal debería reconsiderar seriamente sus regulaciones en cuanto a transporte aéreo se refiere, por ejemplo.
Restricciones, normas y regulaciones siempre se justifican
en la necesidad de cuidar a los ineptos e incompetentes de su propia
negligencia, es decir algo así como: cuidarnos a nosotros de nosotros mismos. Siempre
me he resistido a estas maniobras porque siempre sospeché de cualquier ayuda o
facilidad que yo no hubiese pedido expresa y concretamente, tanto en la montaña
como en la ciudad, esto, debido a que me sobra olfato, tengo bastante
experiencia, he vivido y resistido varias embestidas psicosociales y como
muchos otros, también, recuerdo la vieja historia de los espejitos y las
cuentas de colores de la conquista y saqueo de América, por lo tanto, desconfío
de un proceso cuyo aspecto es ser la continuidad de la constante intensión de imponer
control y sometimiento utilizando, según el periodo de la historia diversas
herramientas, aunque siempre el núcleo ha sido, es y será: el miedo. Siempre creí
que esta forma de pensar, de considerar la libertad, la independencia y la autonomía, me unía a una multitud de
personas con similares posiciones, pero la vida me enseñó que somos, como
mucho, un puñado desperdigado y desorganizado que levanta la voz, aquí y allá,
casi inútilmente y con pocos resultados.
Quienes operan estas medidas, lo hacen porque su vocación es
la construcción de poder, cuentan con la experiencia de siglos de privilegios y con el
respaldo de algo mucho más poderoso que las nuevas tecnologías de I. A. y las omnipresentes
redes sociales, cuentan con la anuencia de la gente porque las personas comunes
hemos sido educadas para obedecer y temer, desde hace siglos y en una combinación
de seducción, presiones y amenazas, hemos adoptado las conductas que nos
llevaron al paradigma algofóbico que compartimos en la actualidad, somos un
subproducto de la abundancia productiva, hijos ilegítimos de Benjamin Spoke, devotos de la
diversión, el confort y el hedonismo. Es así como nos hemos acostumbrado y las
mayorías claman por más control y más contención en una búsqueda obsesiva de
previsibilidad, estabilidad y seguridad. Aun a sabiendas que los gobernantes imponen
caprichos, por absurdos que parezcan; por comodidad, falta de buenos
argumentos, debilidad de carácter, grupismo manifestado en la necesidad de ser
parte de los espacios comunes y/o dificultades económicas, las personas
terminan cediendo a sus mandatos.
La minoría disconforme somos considerados como células
subversivas, semillas de descontento y disidencia, nos responden asediándonos,
usando todos los medios a su disposición, con un hostigamiento con el que
consiguen doblegar a muchos, otros sucumben a la desilusión y la desesperanza
al comprobar la evidente sumisión del resto de las personas, por lo que es
difícil hacerse escuchar y más difícil aun hacer valer los derechos naturales
y/o constitucionales, porque a nadie parecen importarle derechos que, por
defecto, exigen responsabilizarse de uno mismo. A este ritmo, pronto tendremos
que pedir permiso para salir a caminar por los alrededores de nuestro barrio.
La práctica del paternalismo se sumerge en lo profundo de
la historia, tiene raíces ancestrales y su implementación está en relación a ¿cuáles
son las expectativas de libertad de las mayorías?, mayorías que, habitualmente,
eligen ocupar un lugar de sumisión en este reparto de roles, por la comodidad
de ceder su iniciativa, no confrontar y/o no marcar diferencias que lo
identifiquen como disidente o ajeno al bien común, casualmente el menos común de
todos los bienes. En este sentido, un poco más de dos años de vivir bajo las
condiciones de pandemia, ha servido a los constructores de poder de toda
estirpe, neoliberales, comunistas, islamistas, capitalistas, socialdemócratas,
nacionalistas, socialistas o lo que sea que nos toque en el poder de cada rincón,
por remoto que sea, porque en esta ocasión ha sido de alcance global, para
licuar toda resistencia, someter a los aparentemente más revoltosos, a los más
prudentes, a los antisistema y a los religiosos más fanáticos de manera
objetiva, sin dejar lugar a dudas, lo hicieron, como siempre, incentivando el
miedo y el temor, despertando fobias y provocado una sensación de inseguridad e
incertidumbre creciente, lo que derivó en la búsqueda obsesiva de protección y contención,
consolidando la victimización con la necesidad de trasladar a otros la propia
responsabilidad. Así, obtener “un permiso” se ha convertido en un paso obligado
para cualquier acción, esto aleja a las personas de la decisión de tomar su
iniciativa, emprender y correr riesgos, porque los ha hecho cada vez más
dependientes, los transformó en niños, en esclavos sin coraje que escapan a la
responsabilidad y huyen a los brazos protectores del amo ante el mínimo peligro
o amenaza.
Quien leyó la primera sección del libro "Método
Expedicionario", conocerá mi opinión. He advertido con claridad esta
tendencia nefasta cuyas consecuencias abarcan todo el espectro de las
actividades humanas, siendo el trekking algo casi insignificante frente al
desastre mayor que es el establecimiento de un totalitarismo blando y servicial
que crece en silencio y con la complacencia de las masas.
Estas son las estrategias del siglo XXI, con un sistema de producción
ultra eficaz que pronto dejará fuera la mayor parte de la mano de obra humana, han
tenido que renovar el espectro de las amenazas y se han puesto de acuerdo casi
todos detrás de un gran invento; el paternalismo libertario, creado hace varias
décadas como motor del estado de bienestar, un modelo que evolucionó, se
profundizo e hizo más rentable. Descubrieron que ya no conviene confrontar a
las masas con sus necesidades, tampoco amenazarlas ni reprimirlas, es mucho más
eficaz, social y económicamente hablando: "cuidarlas", esto permite
un mayor y más estrecho control, evitando enfrentamientos y desgaste
innecesario de energía. Cada beneficio por pequeño que sea es pagado de alguna
manera por el capital, propietario de los medios de producción tradicionales,
de la energía, las redes de comunicación, sistemas de comercialización,
innovación tecnológica, farmacéutica y educación, esto ocurre tanto en China
como en USA, en Japón o Cuba, a cambio, estos contribuyentes, reciben hilos de
control, que comparten con gobernantes adictos a los trajes caros, los autos
veloces, los perfumes, las playas de arenas blancas y aguas cristalinas, los
vinos costosos, el arte exótico, los banquetes y los yates de más de 30 metros
de eslora, en definitiva al dinero y a la sensación de poder, de esa manera en
una simbiosis muy pragmática, disfrutan de manejar, cual títeres, a lo que
ellos llaman, despectivamente, gente común, un eufemismo para no llamarnos lisa
y llanamente: ganado.
De este lado, del de abajo digo, las respuestas no son nada
más que lo que los poderosos indican, la disidencia controlada como se dice. En
China son anticomunistas en Canadá anticapitalistas y la gente se sumerge en una
sopa de confusión preparada por los medios de comunicación y el sistema político,
poniendo
como principal objetivo su bienestar dejando de lado la libertad, porque ser
libre acarrea muchas responsabilidades e inconvenientes y se piensa que de
verdad no vale la pena. Entonces, un día cualquiera, cuando se ha naturalizado
el sometimiento, te encuentras en la fila que conduce a la oficina que otorga
los permisos para alejarse más de cuatro manzanas de tu domicilio, agradecido
que te dejen marchar tan lejos y a la vez tan seguro.
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