Desde que Albert Frederik Mummery en el siglo XIX, sostuviera sus ideas
de “by fair means" (por
medios justos). Muchas personas nos hemos inclinado por este estilo que rescata
la autonomía y la independencia como elementos esenciales de un proceso que
persigue la libertad y plenitud del individuo, lo hacemos aun enfrentando la oposición
de un entorno social, que para afirmar su paradigma colectivista impone un
sinfín de complejos, produciendo un alarmante decaimiento de la iniciativa
propia, lo que ha creado infinitos lazos de dependencia y perdida de la
autoestima. La filosofía que inspira al alpinismo clásico contradice
abiertamente a ese paradigma, por ello, encontraremos oposición incluso en el
seno mismo de la comunidad montañera, donde un segmento importante se opone al
estilo autónomo, argumentando con la lógica propia de un medio cultural que
desconfía de la capacidad individual y en el que la responsabilidad personal
tiende a diluirse en un andamiaje semántico de derivaciones sociales e
históricas, imponiendo que el “bien común” está por encima del individuo y que
por ello no es legitimo arriesgar, ya que uno no tiene control personal sobre su
vida, sino que alguna autoridad, más sabia e iluminada, con visión general
sobre el grupo de pertenencia, tal vez la “tribu”, debe mensurar esos riesgos, porque
no puede perder engranajes de esa maquinaria humana llamada “colectivo”. Así,
los brujos de la tribu, a través del paternalismo ya sea fascista, marxista, libertario
o una combinación de ellos, nos ayudan a no cometer torpezas, a no dejarnos
engañar por desconocidos, en definitiva; a no visitar la zona prohibida, porque
allí está Baba Yaga. Ese paternalismo no es otra cosa que poder, una forma de influencia
que opera ofreciendo protección a cambio de sumisión y que difunde y aplica la
idea que sin su control, se pierde el sentido mismo de la vida y que cualquier
empresa solitaria y autónoma constituye un desprecio por el “colectivo” y sus “elevados
intereses”, esto se verifica cuando efectivamente ocurren accidentes letales y desde
distinto sectores, a veces ni siquiera vinculados al montañismo, se elevan
reclamos a esas autoridades; por no haber cuidado bien sus ovejas, porque en
este sistema de ideas vigente, se los considera dueños de las vidas de los
miembros de su rebaño y por ende de su cuidado, sin tener en cuenta siquiera la
responsabilidad individual.
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