miércoles, 26 de abril de 2023

Sentencia ejemplar y aclaratoria ?


El guía de alta montaña francés Christophe Profit, está siendo juzgado por el delito de robo por haber retirado unas estacas de seguridad instaladas por otros guías en una sección de la ruta normal del Mont-Blanc.

De estos hechos se desprenden varias líneas interpretativas, algunas se perderán en el bucle opaco de la confusión que caracteriza al universo de estas especialidades, confusión creada y alimentada por diversos actores algunos por conveniencia buscando conceder méritos inmerecidos a sus clientes, otros por la ignorancia que promueve el accionismo sin reflexión y otros, que por seguir la corriente más suave y sin controversia, van dejando pasar los acontecimientos en un ejercicio de conservación de sus parcelas en los espacios comunes o en las cercanías del stablishment, pocos somos críticos, muy pocos.

Los medios de comunicación especializados, que abonan las opiniones de muchos, por años han creado un ecuador que separa, por un lado el hemisferio del montañismo comercial y por otro el deportivo, desde luego no coincido con esa línea, porque todas las actividades de montañismo y casi todas las actividades humanas, hasta los matrimonios y actos religiosos pasan de una forma u otra por los presupuestos, los gastos, los depósitos y hasta los embargos. Por lo tanto, a mi entender la diferencia está en cuestiones más subjetivas y quizás más profundas, está en el campo valórico que lleva a un pequeño grupo a optar por la autonomía a sabiendas que siempre el camino a la cumbre será mas extenso y peligroso para una aficionado que para un profesional, pero mucho más meritorio y trascedente que bajo la custodia de un profesional del peligro como son los guías de montaña, quienes pueden dar mayores garantías de éxito, previsibilidad, confort, contención y sostén. La guiada, como manifestación comercial, no puede escapar a las leyes generales de la economía de mercado y mucho menos a las necesidades intrínsecas de cualquier negocio lucrativo, en principio necesita diseñar y crear productos seguros, higiénicos, garantizables, previsibles, normalizados y confortables, si se respetan estas condiciones y se tienen en cuenta cuestiones básicas como apego a los presupuestos, control de los costos fijos, discernimiento claro entre gastos e inversiones, es posible resolver los aspectos financieros dependiendo, el éxito, de la capacidad de atraer clientes, para lo cual se desarrollan ambiciosas y a veces provocativas campañas de marketing. Voy con esto, porque pretendo poner en claro porque los guías instalaron esas estacas en una ruta del Mont Blanc aunque también lo han hecho en otros lugares como la Ruta Directa del Glaciar de los Polacos en Aconcagua, sin contar las cuerdas fijas y sus respectivos anclajes en los ochomiles y muchos más sitios bajo el asedio del turismo activo, lo han hecho en su afán de diseñar y operar productos seguros, higiénicos, garantizables, previsibles, normalizados y confortables, el no hacerlo, los dejaría fuera del mercado. El otro montañismo, llámese: autónomo, clásico, expedicionario, aventurero o como cada uno quiera nombrarlo no está sometido a las leyes del comercio, no especula con la masividad, es más le estorba, mucho menos necesita esas supuestas garantías que exige la economía de mercado, su sentido cualitativo se orienta a la superación de las mayores dificultades, la incertidumbre del descubrimiento en nuevas rutas, el aislamiento, el minimalismo, el procesamiento exitoso de altísimos niveles de estrés operacional y un largo etcétera de penurias, esfuerzos y limitaciones que la sociedad de consumo rechaza de plano y las ubica en la zona de las enfermedades psiquiátricas, condenándolas a la marginalidad. De estas condiciones se desprenden las dificultades en el campo identitario, promoviendo dudas y complejos entre los aspirantes a montañistas y situaciones poco felices y contradictorias como las del guía de alta montaña Christophe Profit que se enfrenta a sus colegas por este acto “militante” que no son capaces de llevar adelante los montañistas autónomos, clásicos, expedicionarios, aventureros o como quiera nombrarlos, por la ignorancia que promueve el accionismo sin reflexión o por seguir la corriente más suave y sin controversia, dejando pasar estos los acontecimientos en un ejercicio de conservación de sus parcelas en los espacios comunes o en las cercanías del stablishment, he aquí el oscuro bucle mencionado anteriormente.

Quedar fuera de este segmento debería ser un objetivo y motivo de orgullo de los montañistas aficionados, tomar distancia de estos actos, promover el montañismo sin eufemismos, sin publicidad, sumar a los entusiasmados revelando las dificultades, peligros y limitaciones sin rubores ni complejos y rescatar el valor de la identidad como montañistas, necesita de la creación y sostenimiento de un argumento contundente, con lógica y consistente, un relato atractivo y épico, al cual debemos ser fieles para construir integridad con la que abordar a las futuras generaciones. Esto que sugiero va contra la corriente del paradigma algofobico que se derrama y penetra en la sociedad occidental, al menos. A mi particularmente no me importa la marginalidad, elijo estar lejos de esas prácticas, después de una vida subiendo montañas, muchas veces con menos que el mínimo de lo necesario, me sobra motivación y elementos para librar cada día una o varias batallas en este sentido y para invitar a otros, con sus matices y particularidades, a seguir construyendo montañismo por más molesto que sea y aun cuando los obstáculos burocráticos se multipliquen.

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